Creación del mundo celta

Rayos crepusculares (Public Domain)

LA YEGUA BLANCA

Al principio no había dioses ni humanos habitando la tierra. Tampoco existía el tiempo, tan solo existía la tierra y el mar. Entonces Eiocha, la yegua blanca, nació de la espuma del mar al tocar la tierra. Cerca de ella creció un roble fuerte, del cual brotaban bayas blancas, las lágrimas del mar. Eiocha, que se alimentaba de estas bayas, creció fuerte y dio a luz al primer dios, Cernunnos.

Durante el parto, Eiocha sufría tales dolores que rompió algunas piezas de la corteza del roble y las tiró al mar. Fue entonces cuando los gigantes de las profundidades aparecieron por primera vez. Cernunnos, solitario, tuvo hijos con su propia madre, y así fue como nacieron Maponus, Tauranus, Teutates y la diosa Epona. Tras dar a luz a sus nuevos cuatro hijos, Eiocha regresó al mar y así se convirtió en Tethra, la diosa de las profundidades. Entonces solo habitaban la tierra algunos dioses y el roble.

Diosa Epona

Los dioses se sentían solos y tristes porque nadie los adoraba, así pues decidieron crear la vida, y con la madera del roble diseñaron al primer hombre y a la primera mujer. Uno a uno empezaron a crear sus propios diseños. Cernunnos pidió al roble que crease bosques, y los pobló con diferentes animales; ciervos, osos, cuervos…Por otro lado Epona creó una yegua y un semental; Teutates creó flechas, arcos y un garrote; y Maponus creó una exquisita arpa que tocaba con tal maestría que el viento y los animales se reunían a su alrededor para escucharlo.

Pero mientras los dioses vivían felizmente y con comodidades, los gigantes de las profundidades marinas, llenos de envidia, decidieron girar la tierra. Eiocha avisó a sus hijos y gracias a ello, los gigantes volvieron al fondo del mar, donde fueron obligados a vivir eternamente. Sin embargo algunos gigantes escaparon. Dirigidos por Formore, se escondieron en el perímetro exterior de la tierra jurando venganza.

«Los Fomorianos», John Duncan (1912)

Otros dioses parecieron cuando el cielo y el mar se entremezclaron durante el tumulto. Belenos y Danu, su hermana, nacieron del primer fuego. Lir, de las aguas más calmadas creó al poderoso Manannan, al sabio Bran y a Branwen, la más hermosa de las diosas. Y entonces Danu, la diosa madre, dio a luz a los dioses más importantes, a los dioses Tuatha de Dannan: Dagda, Nuada de la tierra plateada. Diancecht el sabio, Morrigan la aterradora, y la gentil Brigit.

De ellos nacieron otros muchos dioses, héroes y reyes. Así fue como empezaron todas las batallas, todos los romances y todas las guerras que inundarían la vida de los dioses, de los druidas y de los reyes.

«Tuatha de Danann», John Duncan (1911)

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