
A Morrigan se la conoce sobre todo por ser la diosa de la batalla, la muerte y la destrucción, pero es también diosa de la vida, de la soberanía, del amor carnal, del destino y podía predecir la muerte de los guerreros al igual que podía cambiar de forma.
El nombre que se la da es el de “Gran Reina Fantasma”, “Gran Reina” o la “Reina Espectral” aunque los últimos estudios etimológicos dicen que su nombre más específico sería el de “Reina Fantasma” ya que ha sido reconstruido del proto-celta (que es el idioma del que salen las lenguas celtas).
Como diosa de la guerra y la muerte, Morrigan, se aparece en el campo de batalla como un cuervo y con su graznido provoca en los guerreros la llamada “Furia de Batalla” que viene a ser el saber estos que la diosa quiere que ganen la contienda y alentándolos a ello. En algunos textos incluso se llega a decir que era la propia Morrigan quien llevaba a los guerreros fallecidos a su lugar de descanso, algo que vendría a ser similar a la función que tenían las valkirias en la mitología nórdica.
Como diosa de la vida, primero tenemos que entender que el concepto de la muerte entre los celtas no era un hecho que lamentar, sino una parte más del ciclo de la vida, de la rueda de la vida. Se muere y se renace como lo hace la naturaleza, y es por esto que a Morrigan se la tenía también como una diosa de la vida, del renacer.

Como diosa de la soberanía nos referimos a que es la diosa con la que el rey debía casarse o mantener una relación para poder ser investido como tal, para poder adquirir el titulo. Era ella quien portaba y decidía a quien debía otorgárselo, haciéndola de esta manera también diosa del destino.
Hay una leyenda que cuenta que, una noche de Samhain, Dagda la encontró bañándose en el rio y juntos tuvieron una relación, al finalizar Morrigan prometió al dios Dagda que en la siguiente batalla obtendría la victoria así como su protección eterna,
En su faceta de “cambiaformas”, Morrigan podía convertirse en cuervo, pero también podía convertirse en una anguila, una loba gris, una novilla de orejas rojas e incluso en una vaca. Pero no solo cambiaría su forma en animales, sino que también podía aparecer como una mujer joven y bella o como una anciana decrepita con el pelo gris, o incluso como una bruja.
Los cuentos más famosos de Morrigan se centran en CuChulainn cuando este defendía Ulster del ejército de Connaught, dirigido por la reina Maeve. Esta famosa batalla se prolongó durante meses, hasta que el héroe CuChulainn pidió el “Derecho único” que consistía en poder enfrentarse a sus contrincantes de uno en uno.

Antes de esta contienda, Morrigan, indignada porque el héroe la rechazó, uso sus poderes para transformarse en una anguila, haciendo tropezar al héroe cuando atravesaba un fiordo. Luego se transformó en lobo, asustando al ganado conduciéndolo hacia él. Después se convirtió en una novilla que provocó una estampida. En estos tres encuentros CuChulainn la hiere. Al finalizar Morrigan se le presenta como una anciana que está ordeñando a una vaca de tres tetas y el que después de enfrentarse a ella como los diversos animales mencionados está sediento, le pide a la mujer que sacie su sed dándole la leche de la primera teta, la anciana se la da y CuChulainn la bendice puesto que no sabe que en realidad se trata de la diosa. Al hacer esto la cabeza de la mujer se cura. Después le dio la leche de la segunda ubre curándose su ojo tras la nueva bendición del héroe, y por ultimo le dio la leche de la tercera teta tras la bendición del héroe la anciana recupera sus piernas. A lo que ella le dice a CuChulainn que el la prometió que nunca la curaría a lo que el héroe la contesta que de haber sabido que era ella no lo habría hecho.
Morrigan volvería a aparecerse ante el héroe poco antes de su muerte. En su camino a otra batalla, se encontró con una mujer que lavaba una armadura ensangrentada en un rio, las conocidas como “lavanderas del vado”, un presagio seguro y terrible de muerte inminente. CuChulainn fue finalmente abatido, pero a pesar de haber sido herido de muerte, se ató a una piedra con sus propias entrañas, con la esperanza de que su apariencia recta continuara aterrorizando a sus enemigos y así fue, ninguno de ellos se atrevía a acercarse al héroe y tan solo lo hicieron cuando Morrigan, como un cuervo negro, se posó en su hombro revelando de esta manera su muerte.

Bibliografía:
«Diosas celtas», Manuel Alberro.
«La diosa pájaro del neolítico y su posible continuación en las diosas de manantiales y ríos de los celtas y otros pueblos indo-europeos», Manuel Alberro.
