
Y siguiendo con las deidades celtas irlandesas, hoy conoceremos la leyenda de la hechicera Cerridwen.
Cerridwen tenía un hijo, Morfran (conocido por su fealdad). Deseando que su hijo tuviera éxito en la vida y un futuro prometedor, Cerridwen creó una poción que le procurase intelecto mental y espiritual. Pero era una poción muy particular y tenía que hervir durante un año y un día para que el bebedor lograse sus efectos completos. Para proteger su secreto y la poción, Cerridwen se aseguró de que su fuego fuera atendido por un hombre ciego y que solo lo agitase un joven llamado Gwion.

Al revolver el caldero, un día, a Gwion accidentalmente le salpicaron tres gotas en su pulgar. Ardiendo con el calor del líquido, se chupó el pulgar para aliviar el dolor y, sin darse cuenta, sorbió la poción. Desconocido para él, de la poción solo servían las tres primeras gotas, ya que el resto de la poción se conviertía en un veneno mortal. Gwion se dio cuenta de su error cuando, de repente, se volvió sabio y huyó de la escena en un intento de escapar de la ira de Cerridwen. Pero la hechicera no podía ser engañada y le persiguió a través de toda la tierra.
Gwion sabía ahora de manera innata transformarse, y trata de escapar de la bruja como una liebre, ella se conviertió en galgo. Gwion se conviertió en pez, y ella en nutria. Hasta que Gwion se transformó en maíz y fue devorado por Cerridwen que se había convertido en gallina.

Al tragarse a su enemigo Cerridwen quedó embarazada de él. Enojada y resentida, la hechicera decidió matar al bebé una vez que naciera, pero la nueva forma de Gwion era hermosa, y decidió envolver al bebé en tela y arrojado al mar. La historia dice que fue recogido por el príncipe Elffin que lo adoptó y lo renombró como el mítico bardo Taliesin.

