
Las druidesas, al igual que los druidas, eran las intermediarias entre los hombres y los dioses, responsables del culto y transmisoras del conocimiento.
En Irlanda existían las adivinas, también llamadas “Ban-fathi” que eran mujeres que constituían el culto pagano druídico, aunque parece ser que se las agrupaban con los druidas y mencionadas en los textos medievales como “Bandrui”
De las primeras referencias que tenemos sobre ellas las encontramos de mano del griego Estrabón quien nos habla de mujeres encargadas del culto que oficiaban rituales y realizaban predicciones. Mujeres vestidas de blanco, que iban descalzas y portaban un cinturón de cobre
Si seguimos los textos de Tácito (político e historiador romano) nos encontramos con que en ellos nos habla de que, entre las mujeres celtas, se encuentran guerreras y conocedoras de las artes mágicas, siendo el caso más conocido el de la Reina Boudicca, que estaba dotada de ambas características.
El mismo Tácito nos pone en la pista de una druidesa de la tribu de los Tongri, que según Diocleciano, le auguró que seria emperador cuando hubiera matado a un jabalí. Diocleciano mató a un prefecto apodado “El jabalí” y justo después se cumplió la profecía.
Con Aureliano pasó algo similar cuando consultó a las druidesas galas si sus descendientes mantendrían el mando imperial, a lo que ellas contestaron que nadie se haría mas ilustre que los descendientes de Claudio.

La mujer celta desempeñaba un papel superior a la de otras sociedades, porque vivía el culto y formaba parte de el como parte primordial y no como parte espectadora, cosa que ocurría en otras culturas mediterráneas.
En los mitos celtas nos encontramos con una druidesa llamada Fedelma, joven que había aprendido el “Filidhecht” o arte druídico, en Alba (Gran Bretaña) pero no fue hasta que llegó a la academia de Scathach donde aprendió el “Imbas Forosnai” Este ritual consistía
El Imbas Forosnai era un ritual que realizaban los druidas y druidesas para conocer un hecho futuro o desconocido. Se conoce este ritual gracias al “Sanas Cormaic” (Glosario de Cormac) libro del s.X. En el se explica que el druida o la druidesa masticaba un trozo de carne roja, de un cerdo, y se colocaba en una losa cercana a la puerta cantando sobre ella una invocación a los dioses sin nombre. Cantaba sobre la palma de sus manos para que su sueño no fuera perturbado y al finalizar la oración ponía las manos sobre sus mejillas y se dormía. Otros druidas y druidesas cuidaban de que no se le molestara durante tres días y tres noches. Transcurrido ese tiempo se despertaba de su sueño o trance con la respuesta a la pregunta o hecho que había realizado.
Pomponio Mela explica en sus textos que estas sacerdotisas se dividían en distintos grupos. Cuenta que en la Alta Caledonia había mujeres sacerdotisas llamadas Bandruidh y que se dividen en tres categorías, como los hombres:
Primero las de menos autoridad que permanecían reclusas y debían conservar voto de virginidad perpetua. Eran las encargadas de alimentar y cuidar de los fuegos perennes en honor de la Diosa Dana y Bile, que eran sus dioses mayores.

Las segundas serian las sacerdotisas que podían casarse pero permanecían encerradas en el santuario al que estuvieran consagradas, y solo podían salir de el unos días al año para cumplir con sus deberes conyugales.
Pero estas podían leer la buenaventura y el futuro a aquel o aquella que se lo pidiera en las hojas del muérdago.
Las terceras o las bandrui de la clase alta, conseguían ese estatus después de años de estudio y un complejo ritual de pasaje. Estas podían circular libremente, se dedicaban a servir al pueblo y mantenían vivas las tradiciones narrando leyendas de dioses y guerreros.
También practicaban la astrología y adivinaban el por venir a través de los sacrificios, que no realizaban ellas sino un druida varón.
Las banfilidh mas poderosas residían en la isla de Saina, en el Mar de Irlanda y se decía que tenían el poder de controlar a voluntad las tempestades, podían convertirse en aves y curar las enfermedades mas mortíferas.
Eran muy queridas por su pueblo porque dominaban la magia con piedras y las hierbas curativas, preparaban a los que iban a morir para que lo hicieran en paz y también se ocupaban de los partos.
También habla de otro tipo de druidesa llamado Gallizenae, de ellas habla como un culto u oráculo, diciendo de ellas que podían curar y predecir el futuro. Vivían en la isla de Sena, en el Mar británico, que pertenecía a una divinidad Gala y las nueve sacerdotisas que allí habítaban tenían voto de perpetua virginidad. Por ello, decía Pomponio, tenían poderes únicos por los que podían remover los vientos y los mares mediante sus encantamientos, al igual que también podían transformarse en animales, curar cualquier enfermedad y predecir el futuro.
Recogido el los “Anales” de Tácito se habla de la igualdad entre mujeres y hombres en el culto, mencionando un episodio ocurrido en la isla de Mona cuando Paulino Suetonio, queriendo someter a los insurrectos, ataca esta isla donde les espera en la orilla el ejercito enemigo entre los que destacaban las mujeres que corrían entre los hombres, con vestidos de duelo, con los cabellos sueltos y blandiendo antorchas.

Bibliografía:
“El papel femenino en el culto y la religión druida: de la historiografía clásica a la época tardia”, J.Antonio Gonzalez
“El estatus de la mujer en las antiguas sociedades celtas y otros pueblos indoeuropeos”M.Alberro
“Magia de mujeres en el ámbito celta”, Carlos Bueso
“Druidas”M.Alberro
“Druidas y dríades en la sociedad celta”,Arturo Sanchez Sanz
