
Este mes, en el blog, voy a dedicarlo a que conozcamos una serie de ermitas que tienen un encanto especial. Aquellas que no son sólo lo que parecen exteriormente, sino que tienen algún secreto oculto tras sus paredes o en su exterior. Empezaremos por esta, la ermita de la Santa Cruz.
Esta ermita esconde un gran secreto en su interior. Hoy no vamos a ir muy lejos (algunos si tendréis que viajar un poco más) pero nos acercamos a Asturias.
Viajamos a la ermita de la Santa Cruz, llamada así porque el rey Favila ordenó construir una capilla para albergar la cruz de madera que Don Pelayo abanderó en la batalla de Covadonga.
Se cree que esta fue la primera iglesia cristiana que se construyó en Asturias tras la reconquista. Pero vamos a ver su secreto.
Se construyó sobre un antiguo dolmen formado por cinco lajas de piedra y dos más pequeñas, que forman un rectángulo, y se sabe que estuvieron cubiertas por un túmulo. Su datación se estima en el 3000 a.C.

La cámara tiene unos tres metros con apertura hacia el este. Y lo más sorprendente es que toda la cámara está labrada, adornada con dibujos y grabados en los que el color rojo es el color que más se utiliza.
Os preguntareis porque escribo en presente y es que a pesar de haber elegido hacer la ermita sobre el dolmen, este no fue desmantelado ni tapado, sino que en el centro hay una gran abertura con una valla desde la que podemos admirar el dolmen que se sitúa en la parte de abajo.

Fuentes:
“La iglesia de la Santa Cruz de Cangas de Onís: análisis de fuentes históricas para una propuesta de reconstrucción”, Francisco José Borge.

Muy bueno!
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Muchísimas gracias 🙂
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